Hoy es uno de esos días en los que nada sale bien. En los que piensas que tal vez debiste haberte quedado en la cama. Hasta con el cartero me peleé hoy, caramba. Una tontería si quieren pero a veces basta una sola gota para que el vaso se derrame.
Y eso me hizo pensar en que a veces no somos conscientes de que todos cargamos con diferentes cosas todos los días. Uno no sabe si la cajera del banco con quien se está peleando simplemente es mala onda o si está de mal humor porque se siente mal, pasó una muy mala noche, está preocupada o tiene algún problema.
Recientemente, una amiga de mi mamá nos contó que hace poco tuvo una temporada muy mala y en eso, un día asistió a un taller de superación personal de los que imparten ciertas compañías a sus vendedoras por catálogo y había un ejercicio en el que sentaron a varias mujeres juntas y les pidieron que escribieran en un papel, sin ponerle su nombre, el problema más grande que tuvieran en ese momento.
Ella por supuesto, se desahogó amargamente en ese papel y escribió todo lo que le pasaba.
Después, les pidieron que arrugaran el papel en una pelotita y lo lanzaran al techo. Y así lo hicieron todas.
Entonces, les pidieron que recogieran el papel que le hubiera caido más cercano a cada quien y que lo leyeran.
Recogió un papel cualquiera del piso y cuando leyó aquello, pensó: "Dios mio... me quedo con lo mio. Y pensar que alguien en esta habitación tiene este problema super super super grande. ¡Y yo que pensaba que lo mio era lo peor!"
Moraleja: Todos tenemos problemas, TODOS. A veces solo es cosa de recordar que cada cabeza y cada vida es un mundo y que "esto también pasará" (My Best Friend's Wedding - "This too shall pass")
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