miércoles, 21 de julio de 2010

Perder el glamour

Ayer en el gimnasio me sucedió algo que me dejó pensando.
Estaba haciendo mi rutina y necesitaba utilizar un aparato que estaba libre, pero tenía una toalla encima. Sospeché que la toalla (que por cierto tapaba todo el armatoste porque era gigantesca, como esas para ir a la playa) era de una chava que estaba del otro lado. Fui y le pregunté: "¿estás usando aquel aparato?", me contestó: "lo voy a usar... pero... si quieres nos podemos turnar", pensé: "qué amable", me di la media vuelta y justo cuando me iba a sentar, me preguntó: "pero... ¿esa es tu toalla?" (yo llevo al gimnsio una toalla mucho más pequeña que la suya), le contesté: "si...por?" y entonces me dijo: "es que tu toalla es muy chica y luego los aparatos se quedan sudados y no me gusta tocar nada asi... guácala".
Luego de un momento de extrañeza, le dije: "bueno pues... entonces usalo tu primero y cuando termines me avisas..."
Me fui a buscar otra cosa que hacer pero me quedé pensando en lo que dijo... Claro que los aparatos se quedan sudados, a eso venimos todos aqui al gimnasio, que no? Y cuando llegas a tu casa, te bañas y ya, no? No pasa nada.
Entonces comencé a observarla desde donde estaba y me di cuenta que ella hace ejercicio de una manera tan ordenada que no suda, no se despeina, no se ensucia, no se sienta en el piso y no toca casi nada sin sus guantes o su toalla.
Y me quedé reflexionando sobre todas las cosas que se está perdiendo. Sudar como un puerco es liberador y ella no lo sabe. Terminar escupiendo el hígado y ciertamente perder el glamour en el proceso es una sensación como pocas.
Creo que en la vida hay tiempos para todo y lugares para todo. El gimnasio no me parece el lugar para estar cuidando el glamour, por ejemplo.
Y todo esto lo se porque yo solía ser esa persona. Yo era la niña que jugaba sin ensuciarse, que no corría para no sudar y que nunca intentó siquiera actividades que implicaran despeinarse.
Pero ahora se que las cosas más divertidas suceden cuando te dejas ir. Cuando no importa si sudas, te ensucias, te despeinas o te empapas en la lluvia.
A todos aquellos que no lo haya intentado, ojalá algún día se atrevan a perder el glamour (en el lugar correcto para ello)... tal vez y solo tal vez, lo encuentren refrescante.

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